lunes, 30 de julio de 2007

Chiquita Brands: Negocio criminal de la Trasnacional Norteamérica


Según Mister President Bush a: “Todo aquel que promueva, ampare o financie el terrorismo se le considerará terrorista” y por supuesto es de entender que su gobierno se atribuya el derecho de “… atacar a la mayor prontitud en 60 o más oscuros rincones del planeta…”, descontando de antemano la auto concesión – sin consultas a nadie – del derecho de ser policía mundial y decidir con que rasero medir en el tema del terrorismo, o deberíamos decir, decidir sobre que terrorismo es bueno y no lo es. Por estos días estas “trascendentales” ideas del Tejano Alcohólico se me hacen muy presentes.

Resulta que creo que se le esta pasando al Amo de las Bombas uno de los…60 o más oscuros rincones del planeta… y justo bajo sus narices, en la sede principal de la compañía Chiquita Brands en Cincinnati, heredera del imperio bananero de la United Fruit Company en Latinoamérica, tras su fusión con otra empresa en 1970, y heredera igualmente del imperio de terror y explotación que ha constituido el paso de la United por estas tierras. Y es que si la madre – United Fruit Co. – se las agencio, bajo la voraz asesoría legal del abogado y ex Secretario de Estado John Foster Dulles, y su hermano Allen Dulles, a al sazón cabeza de la CIA, para derrocar gobiernos, masacrar aldeas rurales y asesinar lideres obreros y sindicales, la hija – Chiquita Brands – se a lucido a lo grande con su participación y colaboración descarnada con las guerrillas paramilitares de ultraderecha colombiana.

En un lapso de tiempo de una década, desde el 1997 hasta el 2004, la empresa norteña pago, casi mensualmente, a las denominadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) cantidades que ascienden a 1.7 millones de dólares de los Estados Unidos, pagados en cheques inicialmente, a través de su filial colombiana Banadex, y luego erogados en efectivo. De esta forma Chiquita Brands se las agencia para ganar originalidad dentro del mundo de corrupción empresarial norteña, porque resulta que las AUC fueron incluidas en septiembre 10 del 2001 en la lista negra de organizaciones terroristas por el gobierno de los Estados Unidos – junto con Al Qaeda, Hamas, etc. - mientras que el 7 de noviembre del propio año, apenas dos meses después, la empresa, por medio de su filial, descargo de sus buques y almacenó 3 400 fusiles AK – 47 y cuatro millones de municiones, de procedencia desconocida pero cuyo destino fueron precisamente las AUC.

Cabría preguntarse para que una multinacional, cuyo negocio es la comercialización de Bananos, necesita en sus nóminas a un grupo extremista, nacido como respuesta del gobierno colombiano ante el auge de los movimientos paramilitares de oposición, e igualmente producto del negocio de la droga, y compuesto por unos 20.000 hombres armados dedicados de lleno al secuestro, la tortura, las violaciones de los derechos humanos, asesinatos y tráfico de droga.

No convence la respuesta que al respecto ha ofrecido Chiquita Brands, que intenta justificar tales pagos amparándose en supuestas amenazas contra la empresa y su filial de las AUC, porque en contra de esta idea están las declaraciones de los asesores legales del emporio que admiten haber avisado – y sólo eso – en reiteradas ocasiones sobre la ilegalidad de estos pagos. Por otro lado el evidente caso omiso a los consejos legales y el hecho de que se buscase una vía más “limpia” para continuarlos – se dejo de pagar en cheques que son de más fácil rastreo y se paso a pagar en efectivo – es otro elemento que atenta contra la argumentación oficial. La empresa continúo pagando a las AUC hasta el 2004, aun después de que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos decidiera comenzar a investigar en el 2003 – aunque tenían noción de esto con antelación – los vínculos de la misma con la guerrilla ultra derechista colombiana, lo que me hace pensar que o los directivos de Chiquita Brands vivían en un clima de terror por las supuestas amenazas o son unos grandes farsantes, aunque no creo que tenga duda en decidir por la segunda opción.

La respuesta a la pregunta salta en la historia de la empresa más que en sus declaraciones. La compañía norteamericana se las ha agenciado para hacer un imperio comercial a costa de la explotación y el miedo en las tierras y hombres de Sur América. En muchos países – Honduras, Colombia, Costa Rica – comunidades enteras depende de la existencia de plantaciones o dependencias de la empresa en su región, y su poder es tal que llegan a sustituir en rango de autoridad a la administración de justicia local y a las fuerzas de seguridad. Chiquita Brands ha expuesto a poblaciones enteras a los efectos de pesticidas de alto riesgo, es conocido casos en que desalojó aldeas enteras a punta de armas – al menos una en Honduras –, suprimió sindicatos, y ordenó la muerte de personas que estorbaban al normal desempeño de su negocio de explotación en esos países, y para este tipo de trabajos sucios siempre hacen falta hombres con especialización en el arte de matar.

En la madrugada del 17 de enero del 2001 unos 80 miembros de las AUC penetraron en el caserío de Chengue, Departamento de Sucre, y acorralaron a los pobladores, separando a los hombres de las mujeres para luego, con mazas y piedras, asesinar a los primeros y concluir su trabajo con un saldo de 24 victimas en apenas una noche. Igualmente en determinados barrios de la capital los paramilitares han instaurado un régimen de terror que incluye toques de queda forzados y el asesinato de líderes sindicales y jóvenes progresistas, en todos estos casos, siguiendo el hilo verde dólar, encontramos la mano de Chiquita Brands. Durante tiempo la multinacional norteamericana ha crecido sustancialmente en poder económico y de influencia en el mercado basado en los baños de sangre y el terror de las AUC en Colombia, pero también de otros sicarios en el resto de los lugares donde se ha asentado. Mantener a los trabajadores a raya, conquistar tierras a punta de armas y luego blanquear las operaciones con visos legales de comercio ha sido su especialidad, y por esta labor, eficientemente ejecutada, han pagado los 1.7 millones de dólares a las Autodefensas. Intelectuales como Gabriel García Marques o como el abogado colombiano Jorge Eliécer Gaitan han denunciado tales atropellos desde siempre – desde los años de la United Fruit Co. - y han sido además victimas de ellos, García Marques fue prácticamente obligado al exilio por manifestar sus opiniones al respecto como periodista que le acarrearon varias amenazas de muerte por parte de estos grupos extremistas criminales.

Y el colmo de corrupción de la multinacional esta en la posibilidad de que la empresa halla usado sus embarques de fruta para el tráfico de estupefacientes desde Colombia hacia los Estados Unidos. No podemos dejar de recordar que las AUC son uno de las organizaciones más sólidas en el comercio de droga desde el país latino hacia Europa y Norteamérica, y en los hilos de esta red se encuentra en muchas ocasiones el nombre de la compañía imperial.

Nos topamos así con que Turbo, puerto vital en la economía de Colombia, del que parten hacia el exterior un gran número de productos colombianos, incluidos los cargamentos de Bananos de Chiquita Brands es a la ves uno de los principales puertos de embalaje y embarque de drogas de la economía del narcotráfico y de las AUC y fue por este puerto por donde la empresa descargo las armas para la organización criminal. Lo interesante de esto es el hecho de que sea Turbo zona de alta vigilancia por los Estados Unidos, al estar próxima al Canal de Panamá y ser considerada de relevancia geo-estratégica, por lo que es de dudar que el gobierno yanqui desconociera las tratativas de la Trasnacional con los paramilitares. Pero precisamente el apoyo gubernamental – tanto en el Norte como en Colombia – es el alimento que da sustento a estas actuaciones.

Durante mucho tiempo las AUC ha actuado en Colombia con total impunidad porque entre sus miembros o en sus nominas se encuentra buena parte de los funcionarios gubernamentales y militares del país, y tal situación de corrupción institucional se ha acrecentado bajo el gobierno de Álvaro Uribe. Todos los intentos del gobierno colombiano de erradicar ese cuerpo paramilitar, por si solos o de conjunto con los Estados Unidos – Plan Colombia –, no han sido más que una farsa para eliminar oposición en las regiones donde operan las guerrillas – principalmente la FARC – o, y este es el caso de los Estados Unidos, como forma de desalojar a los campesinos de sus comunidades y tierras en beneficio de las Trasnacionales norteñas, disfrazándolo por su puesto de lucha anti narcóticos. Igualmente los paramilitares de las AUC han servido fielmente – aun lo hacen – a los yanquis en operaciones encubiertas contra el régimen bolivariano de Venezuela por medio de incursiones en el territorio venezolano y la realización de actos criminales en estos.

Sorprende entonces escuchar hablar al presidente Uribe con tal soltura sobre democracia, derechos humanos o libertad de expresión, sorprende escucharlo criticar a su vecino Hugo Chávez por la cancelación de la concesión televisiva a la cadena RCTV que fomentaba la muerte y la anarquía en Venezuela, mientras en su país los medios de prensa – siempre en manos del sector privado oligárquico – apenas si pueden hacer mención de las realidades colombianas y cuando lo hacen se visten estas de incidentes en las crónicas rojas, muertes aisladas. No impacta en cambio a nadie el hecho de que Uribe ponga como referencia de modelos de conducta gubernamental a los Estado Unidos y mucho menos que el presidente Bush considere a su homólogo colombiano como el principal aliado en el continente.

Lo que justifica entonces que del proceso que el Ministerio Público de los Estados Unidos abrió contra Chiquita Brands por su vinculo a las AUC, esta se librease apenas con una multa de 25 millones de dólares, baste mencionar que con condena similar – que por cierto no recuerdo si pago – escapo el abuelo del actual presidente norteño cuando se descubrió que su empresas sostenía tratos con los Alemanes Nazis, así que podemos decir que existe una tradición familiar Bush en el tema, habría no obstante que preguntar a las familias de las victimas de Chengue que creen del castigo. Entre tanto los gobiernos americanos y colombianos hacen el show de la justicia al solicitarse mutuamente – pero sin real esfuerzo ni intención - la extradición a Colombia de funcionarios de la empresa y a Estados Unidos de miembros del gobierno y el ejército colombiano para investigar y ser juzgado por los hechos.

En la actualidad al menos otras dos empresas norteamericanas están envueltas en escándalos de este tipo – Drummond y Coca-Cola- y se les considera responsables de la muerte sindicalistas. De los miles de millones de dólares que las empresas imperiales han invertido en Colombia, una parte considerable se ha transformado en armamentos para los paramilitares, agro tóxicos y entrenamiento militar que solamente ha prolongado la crisis y la inestabilidad en la región. A todo ello a hecho caso omiso el presidente Bush a lo largo de sus 8 años de mandato, en cambio si se le ha visto muy activo a la hora de emprender guerras de rapiña o vetar proyectos de ley para otorgar cobertura médica estatal a menores de edad en los Estados Unidos.

Que Chiquita Brands, Drummond o Coca – Cola, por solo mencionar tres, han promovido, amparado y financiado el terrorismo no cabe la menor duda, debería entonces esperar ver asaltadas sus oficinas por cientos de oficiales de la Guardia Nacional, el FBI o el nuevo Departamento de Seguridad de la Patria, armados hasta los dientes, para arrestar sin discriminación a todos sus ejecutivos y condenarlos, pero esto sería pedir demasiado a la realidad de un imperio criminal y fascista como el norteamericano. Menos viables aun me parecen las demandas de organizaciones no gubernamentales, en cortes americanas, contra las mencionadas empresas, dado que es más que evidente que el sistema de justicia de los Estado Unidos es un Show, una comedia, una parodia de justicia. La única solución posible esta en el Sur, en nuestras tierras, en la edificación de gobiernos revolucionarios y progresistas como los de Venezuela, Ecuador y Bolivia, que rescaten la dignidad de nuestra gente y nuestros recursos naturales de las manos de las Trasnacionales y erradiquen de una vez la corrupción gubernamental y el narcotráfico.

Que un mundo mejor es posible lo creo, pero que debemos construirlo con nuestras propias manos y lejos de cualquier vínculo con los gobiernos y Trasnacionales de los Estados Unidos es mi convicción.


Ciudad de la Habana, Cuba

29 de julio de 2007

J.D.G (Manu)

1 comentario:

Anónimo dijo...

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