lunes, 28 de mayo de 2007

Invierno en Bagdad: Un documental excepcional, una verdad acusadora contra la guerra.

Mustafá esta muerto por dentro y apenas llega a los 6 o 7 años, es un niño sin sueños, sin inocencia, con el alma herida, no tiene infancia y las lagrimas que le quedan son pocas. Mustafá es una pequeña sombra que de vez en vez, solo para consolar a su madre, ríe desde de su silla de ruedas mientras los doctores le curan – como pueden por la falta de recursos - lo que le resta de pierna después que la metralla de las bombas yanquis lo alcanzaran en su Bagdad natal.

De pequeñas y adoloridas sombras de niños se llena el documental de Javier Corcuera Invierno en Bagdad, que nos trasmite el real dolor de la Guerra en Irak en las palabras y las carnes marcadas de estos niños que viven hoy bajo la invasión criminal yanqui a su país.

El documental, que trasmitió el martes pasado la Televisión Cubana, tiene la fuerza acusadora de la verdad dicha por la voz de la niñez, y de tal forma, tiene entonces doble fuerza acusadora y humillante para el Imperio. Niños que se vieron obligados a abandonar la escuela por las bombas y por la necesidad de comenzar a trabajar para ganarse el sustento, niños que comercian ilegalmente el combustible que los Estados Unidos le roba a su país, a riesgo de ser apresados por los invasores, niños que trabajan como limpia botas, niños que van perdiendo la fe, que son expulsados de sus hogares y roban, trafican, se arriesgan en un medio hostil para sobrevivir, niños con imaginación truncada y con fantasías rotas, sin escuelas, sin medios de salud, sin luz, sin agua potable y sin alimentos, este es el resumen de la “liberta y la democracia” que los Estados Unidos llevó con su Guerra a Irak y que denuncia el documental.

Mauy no ha cumplido más de 10 años y con su mano izquierda escribe hermosos poemas al Río Tigiris, su mano derecha es un colgajo, un pedazo de cuerpo inerte que se niega a caer por la fuerza de voluntad de esta niña que prefirió resistir el dolor a que le amputaran el brazo herido por los bombardeos. Mauy tampoco tiene sueños sino pesadillas, sus noches se han poblado de los ecos de las bombas y los disparos, y cuando logra cerrar los ojos solo ve bestias y desastres que la persiguen. “… de Bagdad me gustaban la Isla y Tigiris, ahora tras la guerra solo me gusta el Tigiris porque los americanos no pueden conquistarlo...” dice.

A los niños de Bagdad, a los de todo Irak, esta guerra los ha forzado de golpe a madurar y perderse de esas pequeñas glorias que constituyen la ignorancia y la belleza de ir descubriendo el mundo de a poco, sin más preocupaciones que jugar, estudiar, ser feliz. Un niño que tiene que vivir como adulto, en un ambiente de represión y violencia, que se ve obligado a trabajar para dar amparo monetario a su familia, un niño cuya única preocupación en la vida es saber si su madre esta segura o intentar pensar cuanto tiempo más pasará antes de que su casa sea destruida por un bombardeo, es un niño perdido y obviamente no es un niño feliz. En una nación con esta infancia, el futuro es aun más incierto que el presente desastroso que se vive.

¿De que se sostiene entonces esta invasión? ¿Por qué aun esta guerra? Más del 90% de los iraquíes considera que están peor ahora que antes de la caída del gobierno de Sadam Huseín según encuestas de United Press Internacional, y Estados Unidos hace poco por revertir estas opiniones. Del dinero norteño que se destina para la supuesta reconstrucción del Irak destruido por los yanquis, uno de cada seis dólares se ha empleado de forma fraudulenta y un 25 % del total se otorgó, por concepto de “contratos para la reconstrucción”, a la multinacional Halliburton, de la cual fue Presidente el actual Vice de Bush, Dick Cheney. El número de tropas aumenta y en igual proporción aumenta el número de bajas, las ideas criminales se suceden – como la de rodear los barrios de Bagdad con muros recordando los Ghettos de Varsovia ocupada por los Nazis- los escándalos de abusos se suceden, de Abu Graif a Guantánamo y de Guantánamo a los Vuelos Secretos, los secuestros ilegales, ejecuciones extrajudiciales, represiones desmedidas, allanamientos de hogares y abusos sexuales.

Toda una suma de cuatro años de muertes y exterminio. Más de 3500 muertos en las tropas invasoras ¿Pero cuantos civiles iraquíes? ¿Quién los cuenta? Quizás habrá que preguntarle a los médicos, paramédicos o trabajadores de las morgues que en el documental hablan, hablan de muertos en las calles, de cadáveres que no se daban abasto a recoger en los momentos más crudos del inicio de la invasión, de depósitos de cadáveres repletos y entierros en los patios de los hospitales en fosas comunes. Hombres traumatizados, mujeres como la madre de Mustafá, que aun bajo el velo y la sobriedad de las vestimentas musulmanas, no pueden ocultar el desgarramiento y el dolor que se refleja en su joven hermoso rostro.

….”Estamos agotados por Bush y sus aviones, estábamos mal antes de que llegara Estados Unidos y lo estamos ahora que llegaron…” dice uno de los protagonistas mientras recoge ladrillos de un edifico derruido por las bombas para construir un refugio para su familia. Invierno en Bagdad es una oda, pero no a la esperanza, es una oda a la necesidad de gritar, a la obligación de gritar, de protestar y de revelarnos, de luchar por la Paz, de llorar por los niños de Bagdad y por todos los del país del Golfo Pérsico, y por los de Afganistán, y por los de Palestina y el Líbano, por los niños del mundo. Invierno en Bagdad es una obra de arte que no podemos dejar pasar por alto sin apreciarla, pero es además un llamado a la rebelión de nuestras conciencias, es como el Guernica de nuestros tiempos. Cada segundo que pasa un nuevo niño muere en Irak, una nueva bomba destruye una escuela, borra un hospital, un poco más muere la Paz. John Lennon nos dijo una vez que La Guerra Acaba Solo Si Tu Lo Quieres (War is Over, only if you want it) y este es un lema que no debe morir.

Invierno en Bagdad es un réquiem, luchemos porque la misa en que se toca no sea en honor a la muerte de la civilización y la humanidad. Nuevamente debo terminar parafraseando las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro en la Cumbre de Río:

“Desaparezca el Hambre y no el Hombre”… regrese la Paz y no la Guerra

Ciudad de la Habana, Cuba

26 de mayo de 2007

J.D.G. (Manu)

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